Hay escritores en potencia de 4 a 12 años que pasan desapercibidos o,

peor aún, son desautorizados porque el maestro solo es capaz

de ver la ortografía desviante.

Emilia Ferreiro

 

 

Es necesario adentrar a todos los estudiantes en los textos. En la medida que se sientan identificados con la escritura, asimismo se harán responsables de ella.  Esto se logra sembrando una semillita desde que son pequeños, bien desde el maternal o desde el nivel en que se integren a la educación formal.

 

Leerles un cuento, sugerir nuevos inicios para una historia, plantear finales diferentes, cambiar las características de los personajes e imaginar cómo iría la historia con ellos… hacer esto con niños y niñas que aún no saben leer o que están iniciados, va incrementando las posibilidades de que estos sean en un futuro no lejano, buenos lectores.  Si ya se sabe leer, este tipo de lecturas dinámicas ayuda a mantener la flama encendida, incluso en aquellos que ya son grandes. No es necesario leer un cuento o una novela, también puede ser una noticia o un artículo sobre su equipo preferido de fútbol… no importa cuál sea el texto, lo que verdaderamente importa es que esa lectura se convierta en algo significativo.

 

Por otra parte, si acercamos a los niños y niñas desde muy pequeños a los textos, no tendremos que lidiar con el sentimiento punitivo que aflora en los alumnos cuando se pide leer o escribir.  No hagamos de esto una obligación sino un disfrute, así que cuando iniciemos a nuestros estudiantes a la escritura, por ejemplo, deberíamos evitar imponer número de líneas para la redacción, o el tema, incluso el tiempo… Para que los niños y niñas se sientan parte de la cultura de lo escrito, deben sentir que viven una experiencia agradable.

 

Imagina que vas a la playa y te acompaña alguien que lleva un reloj configurado con varias alarmas: una para tomar sol, otra que indica cuándo bañarse, otra para tomar agua, una para comer. Te dice cuántos mililitros de líquido consumir, cuántos gramos de comida… Y de esta manera el ciclo se repite con frecuencia para darle “dinamismo” a la experiencia. ¿Volverías a la playa? Puede que tu respuesta sea: “sí, pero no con esta misma persona”.  Suerte la tuya que puedes escoger con quien volver, pero nuestros alumnos no pueden hacerlo, su viaje dura todo un período escolar.

 

Si logramos que se apropien del texto como un lenguaje único que les permita vivir experiencias significativas, reflexionar sobre sí mismos y sobre el contexto que los rodea, nuestro trabajo está casi listo.

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