La cultura escrita es un asunto de lenguaje,

y la primera forma del lenguaje es, claro está, el habla.

Hablar equivale a ser humano.

Margareth Meek

 

 

En varias ocasiones, como docentes nos afanamos en desarrollar la competencia de la lectura y la escritura, saltándonos procesos importantes.  En muchos países los niños empiezan su proceso formal de lectura y escritura a los 4-5 años cuando están apenas en educación inicial, y se va dejando de lado la expresión oral como base fundamental para poder leer y escribir.

 

En muchas escuelas, un indicador de éxito es que sus estudiantes, apenas comienzan su educación primaria, ya leen.  Vemos frecuentemente, al menos en Venezuela, que un niño con 5-6 años inicia su lectura y todos aplauden emocionados, sin saber que el proceso mecánico no favorecerá su comprensión a largo plazo; tampoco se considera que al no comprender cómo se estructura eso que está leyendo, su escritura presentará varias dificultades.

 

La Dra. Lilian Katz, profesora de educación en la Universidad de Illinois e investigadora del Proyecto Aprendizaje Temprano, afirma que si iniciamos a los niños en la lectura a muy temprana edad, seguramente muchos de ellos lograrán leer, pero los resultados se ven a partir de los 10 años cuando aquellos niños cuya iniciación en la lectura fue más tardía, lo hacen mucho mejor. Es menester respetar los procesos biológicos de nuestros alumnos, respetar su desarrollo evolutivo y entender que el proceso de maduración en cada uno de ellos tiene un ritmo diferente. Entonces, antes que leer y escribir, enseñemos a nuestros niños a hablar y estructurar su pensamiento.

 

Cuando nacemos nuestra primera forma de comunicación es oral: el llanto. Solo así un recién nacido puede comunicar sus necesidades y con el tiempo aprende a utilizar, en medio de su desarrollo evolutivo, la comunicación a través de su gestualidad.  Tiempo después es cuando se inicia el trabajo verbal, y mucho más allá, a nivel de lectura y escritura.

 

De esta manera es como se inicia el lenguaje, a través de la oralidad y la gestualidad, por lo que es coherente decir que si queremos desarrollar competencias en la lectura y escritura, la expresión oral debe afinarse.  Si queremos convertir a nuestros alumnos en buenos lectores y que tengan buena redacción y ortografía, primero debemos enseñarlos a hablar.

 

La exposición oral posee muchas ventajas para los alumnos.  En principio ayuda a reforzar en ellos la confianza y estima en sí mismos; por otra parte, enriquece el vocabulario y despierta la necesidad de continuar descubriendo las potencialidades del lenguaje; y finalmente contribuye a la estructura y organización mental que es fundamental al momento de escribir.  Por estas y muchas otras razones que descubrirás o has ido descubriendo en tu quehacer diario como docente, la oralidad es lo primero que se debería trabajar a en cualquier nivel educativo.  Cuando los estudiantes aprendan a comunicarse oralmente de manera efectiva, podrán escribir con mayor criterio y querrán aventurarse en la lectura para alimentar su expresión.

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