En el período académico pasado, 2017-2018, dado que el proyecto del colegio estaba centrado en la felicidad, decidí enfocar todo mi trabajo en este tema. El material leído, las películas, las discusiones… todo giraba en torno a la felicidad.
Entre tantos estudiantes y casos particulares, siempre unos llaman más la atención que otros, para lo bueno o lo mejorable; este fue el caso de mi alumno Andrés Eloy, un joven de 4to año de bachillerato que faltaba mucho a clases, dejaba de entregar asignaciones, se notaba siempre desmotivado, desinteresado… y aún así, al menos en mis clases, cuando asistía se destacaba con cada intervención que hacía. Los razonamientos de este chico podían superar incluso a los de aquellos estudiantes que se destacaban por su responsabilidad y sus altas calificaciones. Andrés Eloy despertó en mí un interés especial porque mientras otros hablaban de lo obvio –sus faltas- yo me preguntaba qué estaba pasando con él y el porqué de su actitud. Mi confianza con él me permitió hablar siempre de forma directa, cercana, y sus respuestas siempre eran evasivas: “me quedé dormido”, “me dolía la cabeza”, “mi mamá tenía migraña”…
Andrés comenzó a tener una imagen poco envidiable en el colegio por su irresponsabilidad y calificaciones que dejaban mucho que desear, sin embargo cada vez que podía yo gritaba a los cuatro vientos que él era un chico brillante (y debía aclarar después, “al menos conmigo”). Para hacer el cuento corto, este chico que hablaba para lo justo y dejaba a todos con la boca abierta, decidió hacer como cierre del proyecto de La Felicidad, un ensayo crítico que explicaba el concepto a partir de su búsqueda personal. Hoy quiero compartirlo con todos porque deseo más alumnos como Andrés Eloy y una educación que procure despertarlos y no dormirlos cada vez más. Deseo para Andrés Eloy muchos docentes que se preocupen menos de lo obvio y profundicen en las verdaderas necesidades. Se lo dije a Andrés: “si quieres cambiar el sistema porque crees que no te ofrece nada, tienes que participar en él, no puedes hacer nada viendo los toros desde la barrera”; ahora le digo a cada docente que me lee que prefiero mil veces una educación que valore la reflexión, la crítica, y no califique la memoria o la copia en un cuaderno. Para cambiar el sistema, debemos cambiar todos.
Les dejo el ensayo de Andrés Eloy. Espero que disfruten el trabajo de un alumno “irresponsable, apático y terrible académicamente”.
MI PROPIA FELICIDAD
A lo largo de este año y del pasado también me he visto con la obligación de estudiar acerca de la felicidad. Gracias a esta materia he estado motivado a investigarla, criticarla y analizarla, pero más allá de eso he querido comprenderla y saber realmente si mi existencia es feliz y si lo que me rodea también. Y creo que por los momentos he podido recolectar suficiente información para aclarar qué cosas me hacen felices realmente y cuáles no. Pero yendo más a fondo quisiera dar mi opinión sobre qué es la felicidad y cómo obtenerla.
¿Cómo ser feliz? Es una pregunta muy interesante que a lo largo de los años grandes pensadores y científicos han tratado de responder. También hay otras personas que dan respuestas que pueden servir para manipular o idiotizar a los demás. Se ha comprobado que la genética tiene algo que ver con nuestra felicidad, también los eventos de la vida, como éxitos o momentos inolvidables. Y aparte de esos dos factores también podemos comprobar que la felicidad depende un poco de uno mismo, esta sería una manera científica de describir el camino para tenerla, con la cual estoy en acuerdo.
En una sociedad donde los vicios y el placer distorsionan la verdadera felicidad creando obstáculos para alcanzarla, ¿Cómo, rodeado de todo esto, se pueden superar dichos problemas? Porque así es, nuestra sociedad tiene problemas con este tema consumiendo y comprando mercancía, encontrando solo satisfacción momentánea que con el tiempo se puede transformar en una frustración. A lo que quiero llegar es que la riqueza no es felicidad, alguien que tenga 100 veces más dinero que tú, no es 100 veces más feliz que tú.
Claro que este es un problema social del cual son culpables muchos gobiernos alrededor del mundo y las personas que lo conforman, exigiéndonos que debamos producir y ser eficaces de forma ilimitada, una fantasía de estos mismos haciéndonos creer que mientras más se consume, más feliz eres.
Nuestro entorno es muy importante, la psicología comprueba que la felicidad llega más allá de relaciones familiares, amistades fuertes y/o románticas. Las relaciones sociales son las que nos hacen felices, aún con eso nada es sencillo. Hay un gran pero, la sociedad actual nos ha hecho creer que las relaciones sociales solo se deben manejar por fines económicos, hoy en día ese hecho es por el cual somos enviados a la escuela y a otras instituciones formadoras.
Así es como aparte de todo eso aparece un fenómeno peor que los expertos le dicen “el otro”, la gente tiene miedo de ser cuestionada, somos tantos en el mundo que se ha vuelto muy difícil encontrarse a uno mismo, ser lo que uno es. Por eso existen tantos movimientos “morales” huyendo y censurando a los que opina diferente, aislándonos de los demás por medio de nuestro egoísmo y egocentrismo. Esta es solo la búsqueda irracional de la libertad, de la búsqueda de uno mismo y de la felicidad, como serlo si ni tenemos control ni identidad.
Como si fuera un efecto dominó, al sentirnos sin propósito, al aceptarlo, nos queda decidir si lanzarnos o no al vacío. Por eso hoy en día el suicidio es un problema a nivel global. Muchos se sienten sin valor ante los demás y así es como literalmente se puede llegar a ser infeliz.
Me encantó mucho investigar sobre Schopenhauer, gran filósofo para el que la felicidad no se basa en euforia ni en sensaciones momentáneas. La forma en la que el comprende la felicidad es un poco espiritual. Nos habla sobre no seguir a la voluntad del mundo ni la de uno mismo, eso es lo que trae infelicidad. Para encontrar lo contrario él da cuatro consejos muy importantes, se resumen en no caer en vicios como la comida y el sexo por ejemplo, en vivir amando al arte, ayudar a los demás empezando por sentir pena por todo el mundo (ya que según él todos vivimos con un poco de miseria) y por último dedicar tu vida a ser un monje (lo cual veo extremista pero a la vez aceptable).
No nos debemos dejar llevar por las fantasías, debemos estar al pendiente de uno mismo y así poder cultivar lo que nos rodea, cuidando nuestra humanidad, disfrutando de las artes y aquello que hacemos.
Ser feliz no es tener una sonrisa todo el día, es que cuando lleguen las tormentas de la vida, poder afrontarlas de manera serena y tranquila, junto a las personas que nos apoyan y fieles a nuestros ideales. Se dice que la ignorancia es igual a la felicidad pero más bien el dicho debería ser “la indiferencia es igual a la felicidad”, porque creo que las personas solo son indiferentes para escapar de los problemas.
Hay muchos farsantes que nos venden que el universo gira alrededor de nosotros, pero hay que ser muy egocéntrico para creer eso. Por ejemplo, nos perdemos en las redes sociales que lo único que tienen de social para la mayoría es la sensación de competencia eterna por estatus y aprobación. Al no conseguir eso viene la frustración.
Sin duda estamos delante de un reto de gran complejidad pero vale la pena afrontarlo y superar sus duros problemas. Ahora hablando de mí mismo he de decir que hacer esta investigación me hizo feliz, el arte en muchas de sus formas me llena de felicidad, estar con mis seres queridos y compartir con ellos me da mucha alegría, ayudar a los demás, sentirme parte de un desarrollo positivo, enseñar. Si eso me hace feliz, y creo que con eso es suficiente, mi propia felicidad se basa en la curiosidad, el saber, el arte y mis relaciones sociales. Poco a poco me siento más completo recorriendo este camino.