¿Recuerdas tu primer grado? Sonrisas escasas de dientes, carritos, muñecas, a veces amigos imaginarios… Cuando tuvimos 6 o 7 años y dejamos el preescolar para estrenar la camisa blanca, sentíamos que ya éramos grandes, de hecho lo escuchábamos mucho, pero seguíamos siendo niños.  Si recuerdas tu primer grado sabrás entonces que a esta edad lo único que queríamos era jugar y preservar la fantasía.  Piensa que esta fase es nueva, llena de expectativas y además angustiante para tus alumnos, vienen de una dinámica pedagógica donde predominan las actividades lúdicas y ahora se encontrarán con una nueva forma de trabajo y un salón algo distinto al del preescolar.  Antes de ese primer día de clases, trata de recordar lo que significa estar en primer grado.

 

En lenguaje específicamente, el acercamiento viene dado por la experiencia previa en la Educación Inicial.  Si la vinculación con la lectura y la escritura fue agradable, continuar el trabajo será sencillo.  Lógicamente si nuestros alumnos no vivieron una buena experiencia, de nosotros quedará modificar esa percepción que traen.  Tu misión, si decides aceptarla, es lograr que tus alumnos pasen a segundo grado expresándose correctamente, con una buena aproximación a la lectura y la escritura, pero más aún, enamorados del lenguaje.

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